Caso de preservación alveolar
Cuando se prevee que, tras la extracción de un diente, se va a rehabilitar su ausencia mediante un implante dental, pero por diversas razones, como son la infección del alvéolo dentarío, no se coloca el implante de inmediato postextracción (tipo I), se procede a la preservación del alvéolo, para así minimizar en lo posible la reabsorción ósea postextracción.
Esta reabsorción o pérdida ósea, se produce en mayor medida en la pared vestibular. Su media se ha calculado en 1,24 mm. en vertical y 3,79 mm. en horizontal (Tan et al. COIR 2012). Algunos autores han estimado que el 50% del volumen de reabsorción se producía en los 12 meses siguientes a la extracción y que, de este volumen, los dos tercios se perdían en los primeros tres meses. (Schroop et al. IJPRD 2003).
Esta pérdida de volumen es claramente un problema en el sector anterior, dadas las crecientes exigencias estéticas de nuestros pacientes. La necesidad de que se mantengan los tejidos duros y blandos en el sector estético, nos hace imprescindible evitar o minimizar la reabsorción causada por la pérdida de un diente.
Los estudios actuales nos permiten esperar que, con la técnica de preservación alveolar, vamos a disminuir dicha pérdida de volumen en alrededor de 1 mm. en altura y de unos 3 mm. en anchura (Orgeas et al. IJOMI 2013).
Veamos este caso:
En este caso que os muestro, el paciente presentaba un alvéolo infectado por fracaso endodóntico irreparable. En las fotografías queda patente la supuración activa y su fistulización. Ante el riesgo de colocar el implante en esas condiciones, nos decidimos por la implantación diferida en una segunda sesión. En estos casos, la preservación del alvéolo está muy indicada, a fin de reducir en lo posible la reabsorción post-extracción.
Entre las diversas técnicas disponibles, nos decidimos por la técnica del “ice-cream cone” (cono de helado) que le escuchamos a Denis Tarnow hace 6 ó 7 años. En los registros se pueden ver los distintos pasos que se siguen. Tras un exaustivo legrado y descontaminación del alvéolo, se acopla en la pared vestibular una membrana reabsorbible recortada, en este caso sin levantar el colgajo. A continuación se rellena el alvéolo con el biomaterial de elección y se dobla la membrana encima para suturarla en el margen vestibular.
Mediante la protección de la membrana en forma de “cono de helado” y la inserción del xenoinjerto, se puede prever un cierto mantenimiento de la arquitectura alveolar, con menor reabsorción de la que se produciría espontáneamente tras la extracción simple del diente.
A la semana, podemos apreciar el inicio de curación de los tejidos blandos, en el momento previo a la remoción de la sutura. Este principio de cicatrización se ha producido sin que el paciente haya sufrido síntomas postoperatorios desagradables.
Cuando es posible, el uso de un provisional fijo (mediante apoyos tipo Maryland en las piezas adyacentes), aumenta el confort del paciente, durante la espera de 6 meses antes de la colocación del implante dental.
En el vídeo se podrán apreciar mejor los distintos pasos de la técnica.
Os seguriemos informando de los avances de este caso.
Mientras tanto, puedes dejar un comentario justo debajo para cualquier duda que te surja.
Comments
Comments are closed.
Estimado compañeros, me gustaría q me confirmarais si la tabla osea estaba conservada en todo el alveolo ya q me surge la duda al ver la fractura radicular. Muchas gracias y enhorabuena por la labor docente. Dra. Mpaz minguez
Estimada Mº Paz, la tabla vestibular estaba reabsorbida unos 5-6 mm desde el margen gingival. Perdona el retraso en contestar. Un cordial saludo y gracias por tu comentario.
Tuviste alguna complicacion por dejar la membrana expuesta.
Hola Erick, ninguna complicación. La membrana era reabsorbible y de colágeno, y a diferencia de las no reabsorbibles, no tienen mayor problema cuando se dejan expuestas al medio oral. Un saludo.